Evo ha dividido al partido que dirigió durante años en Bolivia
La expulsión del presidente Arce del MAS y la candidatura de Morales ilustran profundas rupturas dentro del partido de izquierda.
El artículo de esta semana es de Jordan Cooper, académico en Bolivia.
El anuncio del expresidente boliviano Evo Morales el 24 de septiembre de que se presentará a las elecciones del país sudamericano en 2025 ilustra una profunda disidencia entre el partido gobernante de Bolivia, el MAS. El partido ha visto crecientes luchas internas entre las facciones que apoyan al actual presidente, Luis Arce Catacora, y los partidarios de Morales.
La rivalidad culminó la semana pasada con la expulsión de Arce del MAS, pero esto puede ser sólo el comienzo de una rivalidad dentro de la izquierda que se extenderá hasta bien entrada la temporada electoral.
El nombre completo del MAS es MAS-IPSP (Movimiento al Socialismo-Instrumento para la Soberanía Política del Pueblo). Al menos, en teoría, no es tanto un partido político sino el instrumento político de los movimientos sociales que lo fundaron y constituyen su base.
Ningún otro partido político en la historia de Bolivia ha sido más grande, ha obtenido más votos o a mantenido el poder por más tiempo. No obstante, aunque todavía controla la presidencia y la legislatura, actualmente ve su unidad amenazada y su capacidad de gobernar en declive, a medida que el ala Morales del MAS bloquea cada proyecto de ley propuesto por los partidarios de Arce en el Congreso. ¿Qué pasó?
Con la excepción del gobierno de transición de facto de Jeanine Añez, en el periodo 2019-2020, el MAS ha controlado la presidencia boliviana desde 2005, primero bajo Evo Morales y ahora bajo Luis Arce. Sus divisiones internas se han agravado durante algún tiempo, comenzando con el golpe que tuvo lugar en el 2019.
Morales, un ex cultivador de coca indígena que dirigió Bolivia durante casi 14 años, dejó el cargo bajo una nube en noviembre de 2019, tras postularse para un cuarto mandato, algo sin precedentes, en unas elecciones empañadas por acusaciones de fraude y posteriormente por un golpe de derecha para destituirlo de su cargo. El gobierno de facto, formado posteriormente bajo Jeanine Añez, procedería a masacrar a manifestantes desarmados en Senkata y Sacaba.
Su regreso al país en 2020, después de la aplastante victoria de Arce —candidato del MAS y exaliado— provocó celebraciones por parte de los partidarios del MAS. Pero casi de inmediato comenzaron a desarrollarse fisuras en la coalición. Durante este año, la crisis económica en Bolivia ha dejado las reservas de divisas, oro y gas natural del país casi vacías, y ha exacerbado las luchas internas.
Arce, el actual presidente de Bolivia, saltó a la fama como ministro de Economía durante los 14 años de mandato de Evo Morales. En este cargo, Morales solía acreditarlo como el cerebro detrás del programa económico “Social, Comunitario y Productivo” del MAS.
Sin embargo, Morales ha dicho recientemente que Arce era poco más que un “cajero”, dando a entender que no tenía ninguna influencia real en la creación de políticas.
Evo ha pasado a la ofensiva contra Arce, criticando todos los aspectos de su presidencia, así como su mandato como ministro de Economía, mientras intenta posicionarse como el candidato que devolverá el crecimiento económico a Bolivia.
Irónicamente, Arce le debe su presidencia a Evo, quien lo eligió como candidato del partido para 2020, a pesar de que las organizaciones del Pacto de Unidad (una coalición de cinco de los movimientos sociales más grandes de Bolivia) querían que David Choquehuanca fuera el candidato presidencial.
Mientras Arce intentaba afirmar su independencia de Morales, Evo retuvo el control del partido MAS como su líder formal y continuó eligiendo candidatos. Las crecientes tensiones quedaron dramáticamente ilustradas en diciembre de 2020, cuando un delegado del MAS lanzó una silla de plástico al expresidente durante una reunión del partido en Laucha, Cochabamba.
En el reciente congreso del MAS-IPSP, celebrado en Lauca entre 3 y el 5 de octubre, se declaró oficialmente a Evo Morales como candidato del partido para las elecciones de 2025. La división política informal también se hizo oficial cuando el presidente Arce y el vicepresidente David Choquehuanca fueron expulsados formalmente del partido.
Evo ha dicho que los dos “se expulsaron a sí mismos” al no asistir al congreso. Arce defendió su decisión de no asistir señalando las críticas del Pacto de Unidad de que el congreso incluía menos lugares para los líderes de los movimientos sociales que fundaron el partido, diciendo: “Es muy difícil para nosotros asistir a un congreso donde los dueños del partido no van a estar ahí... Está claro, están cuestionando un congreso donde ya no tienen representación”.
Las organizaciones que conforman el Pacto de Unidad: la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), la Confederación Sindical de Comunidades Interculturales Originarias de Bolivia (CSCIOB), la Confederación de Mujeres Indígenas Campesinas Originarias de Bolivia 'Bartolinas Sisa' , la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB) y el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (CONAMAQ)— optaron por no asistir, o se dividieron en facciones pro Arce y pro Morales.
El congreso de la CSUTCB del mes anterior en El Alto estuvo marcado por enfrentamientos ocasionalmente violentos entre las dos partes, en los que la policía utilizó gases lacrimógenos. Al concluir se habían proclamado dos directores diferentes de la organización, uno apoyado por Arce y el otro por Morales.
La organización social Bartolinas concluyó, en su comunicado previo al evento, que no asistirá, puesto que “nos mantenemos unidos y no permitiremos divisiones ni fracturas al interior de nuestra organización y más aún dentro del Instrumento Político por la Soberanía del Pueblo (MAS-IPSP), porque ha costado vidas y trabajaremos por la unidad del pueblo”
El MAS está irreparablemente roto, lo que prepara el escenario para unas elecciones presidenciales muy inciertas y conflictivas en 2025. Con Evo Morales como candidato del MAS, Arce se postulará para la reelección bajo la bandera de un partido aún por determinar.
Lo que queda por ver es quién, si es que hay alguien, consolidará su apoyo como candidato de la oposición de derecha. Carlos Mesa ha perdido tanto contra Evo (en 2019) como contra Arce (en 2020), y Luis Fernando Camacho (gobernador de Santa Cruz) está en prisión desde diciembre tras ser arrestado por, según el gobierno boliviano, su papel en el golpe de 2019. Así, parece que la batalla principal en esta elección será entre Morales y Arce. Aunque el MAS está roto, podría decirse que la hegemonía de la izquierda en Bolivia no lo está. De hecho, Morales y Arce pueden terminar en una segunda vuelta en 2025 como los dos candidatos más conocidos. Las fisuras anteriores de la izquierda en Bolivia han llevado a uno de los dos bandos a virar hacia la derecha. ¿Será ese el caso esta vez?