No está en la boleta, pero las elecciones mexicanas siguen siendo un referéndum sobre AMLO
La temporada de campaña acaba de empezar. Lo que importa y lo que no en las urnas
Está semana PWS tiene una nota sobre las elecciones en México de parte de nuestra compa Dawn Marie Paley. Ella es editora de Ojalá, un semanario feminista que publica en inglés y castellano.
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Ya empezó la temporada de campañas políticas en México. El 2 de junio, les votantes elegirán nuevo Presidente, Congreso y Senado, así como miles de representantes locales. En esencia, esta elección puede reducirse a un voto a favor o en contra de Andrés Manuel López Obrador, cuyo papel como Presidente ha transformado el país desde su elección en 2018.
A nivel presidencial, la exalcaldesa de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, es candidata del partido gobernante, Morena, que forma parte de una coalición con el Partido Verde y el Partido del Trabajo. Su principal rival es Xóchitl Gálvez, que encabeza la coalición opositora formada por el dinosaurio político de México, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el derechista Partido Acción Nacional (PAN) y el nominalmente progresista Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Un tercer candidato, Jorge Álvarez Maynez, se presentará por el partido Movimiento Ciudadano tras el intento fallido del gobernador de Nuevo León, Samuel García, de poner en pausa sus funciones de gobernador y hacer lo propio.
Durante los últimos meses, las encuestas han colocado Sheinbaum muy por delante de su rival más cercana. Según una encuesta reciente, aventaja a Gálvez por al menos 20 puntos porcentuales. Si Sheinbaum perdiera en las urnas en junio, sería una sorpresa asombrosa.
Como representante masculino simbólico (¡ja!), Álvarez Maynez no es un aspirante serio. Su partido, Movimiento Ciudadano, se está posicionando para ser relevante a nivel federal en 2030 (el partido ocupa actualmente la gubernatura de dos estados clave).
Con el inicio de las campañas, uno pensaría que hay pautas sobre la forma en la que los periodistas abordan las promesas de campaña, pero no, aparentemente todo vale.
Así es como terminamos con periodistas que se consideran a sí mismos Escritores Sumamente Serios repitiendo el eslogan de campaña de AMLO “Abrazos no balazos” seis años después de su elección. Eso para insinuar que ha dejado de combatir los grupos criminales. (No es el caso, de hecho ha militarizado el país más allá de nuestras peores pesadillas).
Las promesas
Di una ojeada a las plataformas políticas de las dos principales coaliciones de México para hacerme una idea de cuáles son las principales promesas de ambos bandos en esta ocasión. Considérenlo un acordeón sobre las elecciones, haciendo a un lado el ruido y las promesas huecas.
Hay un par de áreas en las que ambas partes están de acuerdo. La principal es que México seguirá siendo un país orientado a la exportación, centrado en proporcionar mano de obra y recursos naturales baratos a empresas transnacionales (palabras mías, no suyas).
Esto se refleja en ambas plataformas como apoyo al nearshoring y al corredor transístmico que cruzará el territorio más estrecho del país. Actualmente en construcción bajo el control de la Marina, el corredor transístmico es una parte clave de la renovación y promoción de una serie de centros logísticos y energéticos militarizados orientados al ensamblado y la exportación.
Es casi seguro que México tendrá una mujer Presidenta el próximo año. Las plataformas de ambas coaliciones dedican mucho tiempo a las mujeres y al género como temas clave de campaña.
En palabras de Raquel Gutiérrez Aguilar, con quien cofundé Ojalá, el hecho de que dos mujeres se presenten a la presidencia es una “traducción devaluada” del poder del vibrante movimiento feminista mexicano, un intento de cooptación en masa desde arriba.
Obviamente, muchas mujeres y disidencias sexuales y de género no se lo creen, y están planeando otra movilización histórica el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer.
La coalición gobernante, que lleva el nombre de Seguimos haciendo historia, publicó una plataforma llena de iniciativas y promesas progresistas que, si se cumplieran (y es un gran “si”), conducirían a una transición energética verde, marcarían el comienzo de la igualdad y la justicia para todos, y financiarían la salud y la educación públicas. Este es el verdadero trabajo de las plataformas y campañas políticas: convencer al electorado de que marque su casilla.
Morena promete consolidar la Guardia Nacional “como un cuerpo de paz y una corporación policial de proximidad con presencia en todo el territorio”, así como la creación de una Agencia de Investigación Nacional dentro de la misma. La redacción en torno al control civil de la Guardia Nacional, que fue una promesa clave de campaña en 2018, es ambigua. En febrero. AMLO presentó una reforma constitucional para mantener la fuerza bajo control del ejército.
La plataforma de la oposición es similar: promete el sol, la luna y las estrellas a los mexicanos a cambio de su voto. Es documento es más de tres veces más largo que el programa de Morena, y a veces se desvía en largos comentarios sobre discursos importados de la derecha internacional, como el contenido de los libros de texto.
A la coalición Frente Amplio por México no le falta creatividad. Califica al gobierno actual de “electodictadura” y promete restaurar una "perspectiva familiar" en la política.
Su plataforma reclama el “que las Fuerzas Armadas retornen a sus labores primordiales”, lo que quienes conocen la historia mexicana saben que significa volver a su papel de policía nacional fuertemente armada. La postura contra la militarización de la oposición contradice su propio historial en la materia.
Mientras que la plataforma de la oposición versa sobre muchos cambios progresistas que dicen querer hacer, menciona de pasada la introducción de impuestos regresivos, una política impopular que forzaría a millones de mexicanos en el sector informal a incorporarse a un oneroso sistema de impuestos sobre sus ingresos. La plataforma de Morena no menciona tal cosa, aunque los expertos dicen que la iniciativa de reforma sobre las pensiones propuesta recientemente por AMLO requerirá precisamente eso.
Campañas y política
Las campañas comenzaron el viernes 1 de marzo, y está por verse cómo se difundirán las propuestas de las plataformas de cada partido en los próximos tres meses. Aunque no se mencionó en la plataforma de 2018, uno de los ejes de campaña de AMLO fue resolver la trágica desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa en Guerrero (no lo hizo).
Mi intuición es que, a lo largo de la campaña, la coalición gobernante hará todo lo posible por evitar hablar de militarización. Si eligen a Sheinbaum, es probable que el papel de las fuerzas armadas continúe expandiéndose, pero que se reconocerá menos abiertamente la expansión del alcance militar. Es una estrategia conocida, utilizada por el PRI cuando Enrique Peña Nieto llegó al poder tras el desastroso sexenio de Felipe Calderón.
Peña Nieto suavizó sus declaraciones públicas sobre la lucha contra el narcotráfico, relegando el tema a un segundo plano y centrándose en la economía. Pero la violencia no se detuvo. A los dos años de su sexenio fueron desaparecidos los 43 estudiantes en Guerrero, y el núcleo podrido de la violencia producida por la guerra contra el narcotráfico quedó expuesto como nunca antes.
Pero cambiar el mensaje y cambiar los hechos en la práctica son dos cosas muy distintas. Casi diez años después de Ayotzinapa, que sigue sin resolverse y con los 43 estudiantes todavía desaparecidos, está claro que minimizar las declaraciones públicas sobre la militarización, especialmente mientras se siguen desplegando decenas de miles de tropas para librar una guerra contra los pobres, significa que la violencia continuará.
Gracias por leer y nos vemos en las calles,
Dawn Marie Paley
Editora, Ojalá