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Yasnayá Elena Aguil, la escritora indígena que transmite su conocimiento ancestral por medio de la literatura.
Hablamos con la autora indígena sobre fronteras, cuidados y la defensa del territorio.
Yasnayá Elena Aguilar es una indígena mixe, feminista y lingüista. La activista es oriunda de Oaxaca, en México, desde donde viajó para participar del "HayFestival", un evento cultural en Cartagena, donde participó en varios paneles para promover sus libros sobre diversidad lingüística y donde Daniela tuvo la oportunidad de entrevistarla. Es licenciada en Lengua y Literatura Hispánicas y activista del Colectivo COLMIXE, dedicado a la investigación y promoción de la Cultura Mixe.
Habla con precisión, en un tono suave y apacible que, de alguna manera, confiere mayor impacto a sus sabias palabras. Aprovechando su visita a Colombia, le pedimos en Cartagena unos minutos a Yasnayá para preguntarle sobre las luchas indígenas, las luchas de las mujeres y cómo proteger el planeta.
¿Crees que las mujeres y personas racializadas están transformando la cultura?
Yo creo que todas las personas y mujeres estamos transformando la sociedad desde nuestros espacios. Claro, hay cosas más visibles que otras. Una mujer que cuida a otra que tiene alguna discapacidad u otra que cuida a su madre que es una adulta mayor está transformando, sin esos cuidados no podría existir el mundo. Me gustaría pensar en una definición más grande de cultura, donde todas - para bien y para mal - estamos generando impacto.
El feminismo ha posicionado debates alrededor del concepto de cuidados. ¿Crees que sí se está hablando más de su importancia?
Cada vez se habla más y eso está bien, porque necesitamos que los cuidados no se entiendan como una carga, sino que sea colectivizados. Que los cuidados que no recaigan sobre las mujeres, sino que se redistribuyan entre los hombres o las personas trans.
Pensar los cuidados en términos más estructurales, por ejemplo, siempre pensamos que hay que tomar el poder político para transformar las cosas. Pero eso alimenta la idea del poder como algo profundamente masculino. Entonces que tal si vemos la política como un pacto de cuidado social, como un cuidado común. Ese para mí es el camino.
¿Consideras que tu presencia en espacios como este festival es disruptiva? ¿La representación transforma?
Pues para mí estar aquí es importante porque me permite tener encuentros improbables. Yo estoy en un contexto muy particular pues vivo en una comunidad indígena, así que estar aquí me gusta porque me da la oportunidad de conocer personas de distintos contexto y aprender de ellas.
México y Colombia tienen muchas diferencias, pero también similitudes. ¿Hay algo en particular que te interese de nuestro país?
A mí me impacta la potencia de la lucha de los pueblos indígenas en Colombia. Intento seguir lo que sucede aquí con las comunidades indígenas y situaciones, como la existencia de la guardía indígena, me interensan mucho. Me impresiona la potencia de esas luchas, pero también la resiliencia de los pueblos. Este es un país que ha sufrido mucho, pero al mismo tiempo contagia una esperanza que he visto en pocos lugares.
En ese sentido vienen otras reflexiones cruciales, como pueblos hermanos. Para mí las fronteras tienen muy poco tiempo por lo que considero que el nacionalismo hace mucho daño. Yo me siento más cercana a una persona indígena en Colombia, que con ciertas clases sociales de mi país [México]. Para mí es absurdo pensar que voy a sentir menor simpatía porque alguien nació cinco milímetros después de la frontera de México.
Con Colombia compartimos varias situaciones, como la situación colonial que ordena el mundo, pero en particular el uso de una lengua colonial como el español y con los pueblos originarios la defensa por el territorio.
En nuestros pueblos indígenas hay muchas claves tanto filosóficas como concretas que son claves ante uno de los retos en los que el capitalismo nos ha puesto: la emergencia climática. Nuestro pensamiento puede dar soluciones a problemas contemporáneos apremiantes. Muchas de las tradiciones de pueblos indígenas con sus territorios nos dan claves sobre cómo debería ser nuestra relación con la tierra. Eso es fundamental y puede salvar la vida de la gente.
Es decir, ¿es hora de que occidente voltee a ver estos conocimientos ancestrales?
Sí, es importante escucharles, pero además unirse a esa defensa de la tierra. Cuando un pueblo indígena lucha por un territorio está defendiendo la posibilidad de vida de toda la humanidad. No es el territorio de la comunidad solamente, pues el oxígeno que genera ese bosque no beneficia solo a los indígenas que lo defienden. Tenemos que entender todo de una manera más interconectada. Parece una obviedad, porque hasta la ciencia occidental ha hablado de la imbricación entre los ecosistemas. Yo creo que apoyar las luchas d elos pueblos indigenas es apoyar una apuesta por la vida para toda la humanidad.
¿Cree que el giro de ciertos países de latinoamérica — entre esos Colombia — hacia el progresismo podría acercar a la gente a esas luchas? ¿Qué opina de esa tendencia?
Pues por un lado nadie quiere la derecha esté en el poder, pero cuando la izquierda llega se generan ciertas dinámicas donde el estado empieza a coptar los movimientos sociales y todo el mundo se va al gobierno, se abandona la base social y eso es un error muy grave. Si alguien tiene que irse del activismo al estado tenemos que ser muy estratégicos. No todos podemos irnos porque luego regresa la derecha y tienes el movimiento social desmantelado. Un gran error de la izquierda es la cooptación del movimiento social de base. La base social debe quedarse e incluso, desde allí hacer las críticas necesarias. No podemos poner toda nuestra esperanza en el estado.
Las Noticias Regionales
En Colombia la noticia más sonada de esta semana tuvo que ver con el reinicio de la mesa de diálogos con la guerrilla del ELN. Dicha mesa había entrado en receso desde diciembre del año pasado cuando tuvo lugar en Caracas, Venezuela. En esta ocasión el país elegido para llevar a cabo la segunda etapa de los diálogos es la capital de México.
Entre los temas más importantes a tratar en el nuevo ciclo está el cese al fuego bilateral. Vale la pena recordar el que presidente Gustavo Petro, a inicios del 2023 había dicho que habría cese de fuego con esta insurgencia, pero sus principales comandantes salieron lo desmintieron y aclararon que ello era solo una opción que debía hablarse primero en la mesa, lo que generó dudas y tensiones en el espacio.Por su parte, el clima en Perú sigue siendo álgido. El pasado 11 de febrero siete agentes de la Policía Nacional de Perú murieron producto de una emboscada en el Valle de los Ríos Apurímac, en Cusco, al sur del país. Los detalles de quienes podrían ser los perpetradores del atentado no son claros aún, pero las primeras versiones del gobierno señalan a los reductos de la guerrilla ‘Sendero Luminoso’ y que operan en esta zona que, además, es conocida por la siembra de cultivos de coca.
En Nicaragua, después de la liberación el pasado jueves de 222 prisioneros políticos, la polémica alrededor de Daniel Ortega continúo. Esta vez por cuenta de una condena de 26 años de prisión a Rolando Álvarez, un obispo que se negó a subir al avión con el resto de prisioneros que fueron desterrados del país.
Monseñor Álvarez, que ha sido una de las voces más críticas contra Ortega y Murillo, fue condenado sin juicio y acusado de delitos que el régimen suele imputar a sus opositores “Propagación de noticias falsas” y “conspiración para cometer menoscabo a la integridad nacional”, entre otros. Después de ser detenido por negarse a ser expatriado, el religioso exclamó: “Miedo y de rodillas, solo ante Dios”, frase que se volvió viral.
¿Qué estamos escribiendo?
Esta semana estuvimos con muchos encargos en este barco. Por su lado, Daniela estuvo viajando por el caribe colombiano y encontró una esperanzadora historia de niñas que luchan contra el machismo a través del fútbol. Pueden leer la nota aquí.