Los políticos argentinos querían imitar a Bukele: en su lugar, iniciaron una guerra
El oscuro episodio ilustra un sangriento fracaso de la aplicación de "la estrategia Bukele" en otros países de Latinoamérica
Pirate Wire Services ha informado anteriormente sobre el auge narco en Rosario, Argentina, donde sofisticadas pandillas han hecho incursiones en la ciudad en los últimos años. En octubre del 2022, explicamos cómo surgieron los grupos criminales, cómo crecieron en poder y por qué lanzaron una campaña de terror contra la prensa y los políticos.
Pero en la última semana, una oleada de asesinatos en la ciudad de Lionel Messi sumió a la urbe santafesina en un estado de parálisis y pánico total.
La ola masiva de violencia puede haber sido causada por un intento fallido del gobierno provincial de copiar las políticas y el estilo en las redes sociales de Bukele, presidente de El Salvador y autodenominado "dictador más cool del mundo mundial."
Los detalles son un poco confusos a primera vista. Por eso creemos que, antes de entrar en el análisis de la historia, lo mejor es exponer primero cronológicamente la aterradora secuencia de acontecimientos.
Bitácora del terror
Martes 5 de marzo
Alrededor del mediodía, las cuentas de Instagram del Gobierno de Santa Fe, del gobernador Maximiliano Pullaro y del ministro de Seguridad, Pablo Cococcioni, publican tres fotografías con el título “Cada vez la van a pasar peor” y con la canción “In the Eye of the Storm” de la banda de heavy metal Arch Enemy.
Las fotos muestran a presos semidesnudos y alineados al mismo estilo de las cárceles salvadoreñas de Bukele. Fueron tomadas luego de una serie de requisas en las que se hallaron “un número importante de celulares y elementos cortopunzantes”. El mensaje apuntaba contra los condenados que orquestan atentados violentos.


23:00: El taxista Héctor Figueroa llega a la Zona Sur de la ciudad para dejar un pasajero. Segundos después, disparan nueve veces contra el vehículo del conductor de 43 años. El padre de dos niños que planeaba casarse con su pareja al día siguiente muere en el acto. Los asesinos dejan una zapatilla en la escena del crimen.
Miércoles 6 de marzo
23:00: El taxista Diego Celentano llega a la Zona Sur de Rosario para dejar un pasajero. Acto seguido, el Volkswagen Voyage recibe cinco disparos. El conductor de 32 años muere y, al lado de su cuerpo, se halla otra zapatilla. También casquillos de balas calibre 9 mm con las siglas PSF, asociadas a la Policía de Santa Fe. Los taxistas de Rosario anuncian una paralización de sus actividades hasta nuevo aviso.
Jueves, 7 de marzo
19:15: El chofer de colectivo Marco Daloia circula la Zona Oeste. Se detiene en el cruce de las calles Mendoza y México para recoger un pasajero. El individuo sube al bus de la línea K, desenfunda un arma calibre 380 y dispara a la cabeza del conductor de 39 años. El padre de tres niños es trasladado a un hospital.
22:00: Dos sujetos en una moto rocían gasolina e incendian un taxi estacionado en un punto de la Zona Oeste.
22:30: Dos sujetos en una moto disparan cuatro veces contra una estación de policía en la Zona Sur.
22:55: El sindicato de colectiveros de Rosario anuncia un paro indeterminado de sus actividades.
Sábado 9 de marzo
23:40: Un sujeto encapuchado irrumpe en una estación de servicio de la Zona Oeste. Ingresa a la garita del encargado y le dispara dos veces al pecho y una a la cabeza. Bruno Bussanich, de 25 años, muere unos minutos después del ataque. Las autoridades, al llegar, descubren una nota del asesino:
“Esta guerra no es por territorio, es contra Pullaro y Cococcioni. Así como nosotros llegamos a 300 muertos, estando unidos vamos a matar más inocentes por año. Nosotros no queremos celulares, queremos nuestros derechos. Ver a nuestros hijos y familia y que se los respete. No queremos negociar nada. [...] Pullaro y Cococcioni, carguen con muertes inocentes. Atentamente: Zona norte, Zona Sur, Zona Oeste, unidos”.
Las estaciones de servicio anuncian que no trabajarán entre las 22:00 y 6:00.
Domingo, 10 de marzo
13:30: El Hospital de Emergencias Clemente Álvarez informa el fallecimiento del colectivero Marco Daloia.
20:50: En distintas zonas de la ciudad, miles de rosarinos realizan un “cacerolazo” —golpear el fondo de una olla o sartén desde una ventana como acto de protesta— contra la violencia narco. La manifestación se prolonga hasta por 20 minutos en algunos barrios.
Lunes 11 de marzo
La ciudad amanece sin transporte público, ni taxis, con las escuelas cerradas y con escasa actividad comercial.
9:00: El presidente argentino, Javier Milei, dice en una entrevista que su gobierno “está acorralando a la droga y el narcotráfico” en “una guerra sin cuartel”. El ultraderechista también culpó al socialismo provincial por la violencia reciente: “Haberles dado tanto crédito a los socialistas no es gratis, todo lo que tocan lo destruyen”.
Ese mismo día, los gobiernos nacional y provincial anunciaron un plan excepcional de seguridad para Rosario. Desde la ciudad, la ministra de Seguridad del país, Patricia Bullrich, resaltó el envío de un contingente de fuerzas de seguridad federales, además del despliegue de asistencia militar en las operaciones.
En ese contexto, los especialistas afirman que es poco probable que el sólo envío de fuerzas de fuerzas policiales y una eventual militarización resuelvan el problema de la violencia en Rosario.
Las consecuencias
Sergio M. Naymark, periodista especializado en Policiales de Radio Universidad Nacional de Rosario, dijo a PWS que "esta es la undécima vez desde 2014 que tropas federales llegan a Rosario". Nos contó que despliegues similares en el pasado no lograron frenar el creciente poder de las bandas narco, y que repetir nuevamente las tácticas fallidas "no ayudará a pacificar los barrios, sino a provocar y desafiar a quienes no tienen nada que perder, cumpliendo órdenes que —aún con todas las medidas impuestas dentro de las cárceles— seguirán recibiendo".
Porque, a esta altura, algo queda claro: las medidas tomadas contra los presos por narcotráfico, que fueron publicitadas en Instagram con un tema de heavy metal de fondo, no hicieron más que unir a los jefes de las bandas más reconocidas para, con cuatro asesinatos en cinco días, desactivar los taxis, el transporte público y las estaciones de servicio de la tercera ciudad más importante del país.
La jugada salió tan mal que hasta el ministro de Seguridad de Bukele, Gustavo Villatoro, llamó a Bullrich el domingo pasado y le dijo, con tono cortés: “Es un error muy grave lo de la foto, están equivocados; eso sólo lo puedes hacer cuando las bandas ya están neutralizadas y tienes el control total de la calle”. Algo que claramente no ocurría en esta ciudad.
"Sin el marco legal adecuado y sin reglas de enfrentamiento claras aprobadas por el poder político, este plan es una locura" - un General argentino retirado anónimo en una entrevista con la prensa.
Para aumentar la confusión, las fuerzas militares han advertido que sus órdenes sobre lo que realmente deben hacer no son claras. De acuerdo al diario La Nación, un general retirado advirtió que “no aparece claro un marco legal que avale la intervención de los militares en esta operación”.
Naymark explica que “las Fuerzas Armadas, más que con efectivos, participarán con móviles y logística, ya que la Ley de Seguridad Interior no les permite actuar en la cuestión narco”, y consideró que “su presencia será parte de una nueva y repetida puesta en escena que no dará más resultado que una posible baja en la tasa de homicidios dolosos”.
Al mismo tiempo, fuerzas castrenses retiradas reconocen, sin identificarse, que “el fantasma de los juicios y condenas” por la represión de la dictadura militar de los años 70 “aún está vigente” y que, “sin el marco legal adecuado y sin reglas de empeñamiento claras y aprobadas por el poder político, es una locura”.
¿Vuelta a una normalidad?
Rosario, desde el martes 12 de marzo, intenta retomar sus actividades: las escuelas abrieron, los colectivos retomaron sus actividades y los taxis circulan cada vez con más frecuencia. Las estaciones de servicio permanecen cerradas durante la madrugada. Es notorio el aumento de fuerzas policiales, sobre todo en las principales avenidas de la ciudad.
Pero basta caminar unas cuadras para darse cuenta de que las cosas no han vuelto a la normalidad. El tema de conversación recurrente son los ataques de la semana pasada y el peligro que implica andar por calles poco concurridas, principalmente en las zonas del sur y oeste.
Para Naymark, hasta que “no se diriman las condiciones de detención de los presos de ‘alto perfil’ dentro de las prisiones, la ciudad seguirá expuesta a cualquier tipo de respuesta por parte de las bandas que, con sus terceras o cuartas líneas aún empoderadas y con gran cantidad de armas en su poder, seguirán dirimiendo el negocio de la venta de drogas con la venia de cierto sector de la policía que también hace su juego y su negocio”.
Sin embargo, tal vez sea más obvio que imitar las políticas de una estrategia que funcionó contra las bandas de El Salvador no funcionan contra narcotraficantes más sofisticados con conexiones poderosas y policías en sus nóminas.